El verano pasado, tuve la oportunidad de conversar con Isa Catepillán y a pesar de que ya conocía su trabajo por Instagram, pude a través de sus palabras entender mucho más de su hacer diario. Nos bastó solo 40 minutos para identificar qué más allá de lo que se comunica en las redes sociales, habían fuertes puntos de conexión. La moda lenta, la exquisitez de un proceso hecho con inteligencia, responsabilidad y respeto hacía el medio ambiente.
Preguntas y respuesta que nos cuentan la historia de una chilena que vive en Australia, que teje los mejores vestidos y que a pesar de los kilómetros de distancia se mantiene conectada con su tierra, con sus raíces, con su inspiración.
¿Diseñadora de profesión o por pasión? Por pasión. Aunque ahora es mi profesión, nunca estudie diseño. Aprendí mirando, preguntando y equivocándome. La intuición es mi pilar pero también le pongo mucha cabeza a mis diseños, el crochet es geométrico y para eso necesito entender cómo funcionan las formas.
¿En qué momento de tu vida comenzaste a tejer? Tejo de toda la vida, aprendí en casa cuando era muy chica y luego en el colegio. Siempre me gustó tejer o sumergirme en cualquier otra actividad artística o plástica. Supe que era artista desde siempre pero me enseñaron que el arte era un hobby y por muchos años lo acepte así, sin cuestionar. Tejía por temporadas y luego me distraía con otras técnicas, como bordar, hacer joyas, pintar, hacer mosaicos, hasta que entre a la Universidad y ya no me quedo tiempo para nada mas. Hace unos 4 años se me ocurrió que si diseñaba algo complejo y diferente, el tejido ademas de ser artesanía se podía convertir en arte y así fue como nunca mas deje de tejer.
Básicamente eres una escultora en hilo de la silueta femenina. ¿Te apoyas en patrones o técnica con maniquí? Nunca he usado patrones ni maniquíes. Como no tengo estudios de moda, mi proceso es muy intuitivo y con los años lo he ido refinando,. He desarrollado ciertas técnicas para que el vestido calce perfecto. Es básicamente matemáticas y creatividad, calculadora, huincha y las medidas del cuerpo bien tomadas, de ahí fluye todo.
¿El tinte es parte fundamental de una prenda. ¿Cómo es tu proceso para lograr la paleta de color que usas? Hasta el momento solo he trabajado con algodón natural, sin teñir. Me parece elegante y al mismo tiempo rústico. En mis próximas colecciones estoy evaluando la posibilidad de tejer con lino, también natural. Lo que partió de una decisión estética, fue tomando sentido al enterarme de los efectos nocivos de las tinturas sintéticas. Hoy en día, el arte de teñir con plantas, flores y elementos de la naturaleza esta cobrando nueva fuerza y es maravilloso ver cómo se rescatan técnicas antiguas. Mis piezas son monocromáticas pero están llenas de color, la forma en que mezclo los diferentes puntos y texturas se ha transformado en mi paleta personal, en mi sello.
¿Qué influencias consideras que impactan positivamente sobre tu trabajo? Me emociona e inspira la cultura textil del Centro y Sudamerica, nunca renegaría de mis raíces Huilliches por qué lo considero hermoso e inspirador. Aunque mi trabajo es una interpretación mas moderna, claramente trabajar con hijos viene de atrás. La influencia latinoamericana se encuentra en cada una de mis piezas. Estoy en constante búsqueda de nuevas formas, volúmenes, texturas y de cómo empujar mis propios limites con cada pieza nueva pero siempre basada en las técnicas antiguas, el trabajo manual y los materiales nobles.
¿Qué ventajas consideras que tiene vivir y desarrollar tu profesión fuera de tu país de origen? Cada país tiene sus ventajas y desventajas. Lo mejor de haber empezado mi negocio en Australia fue la flexibilidad de los horarios de trabajo y el estilo de vida. Vivir cerca al mar es una constante inspiración; su fuerza alimenta y eleva mi creatividad.
Cuando salí de Chile, tejer era todavía casi tabú. Había mucho prejuicio al rededor de las manualidades, se consideraba de “centro de madres” o un pasatiempo de abuela y no se le daba mucho valor. Aquí en Australia tenia una connotación mas “exótica” y cultural y eso jugó a mi favor. Me alegra saber que en Chile la percepción de las técnicas textiles va cambiando con los años, gracias a muchos artistas bacanes que se quedaron. A veces me da nostalgia no pertenecer a esa generación y mirar los cambios desde fuera.
¿En qué momento definiste tu proyecto como un negocio? Después de mucho años de viajar sola, me enamoré en Australia y decidí quedarme. No quería trabajar de lo que fuera pero tampoco quería volver al mundo corporativo. Me sentí perdida y una vez mas lo único que quería era ser artista pero no sabia como hacerlo. El tejido era lo que tenia más a mano pero pensé que si iba a vivir de eso, tenia que ser infinitamente más creativa y talentosa pero tampoco tenia 10 años para aprender. Me pase un mes entero trabajando y cuando el primer vestido estuvo terminado, no lo podía creer. Me vino un subidón de autoestima y experimente una creatividad que parecía sin limites, en mi mente ya había diseñado una colección completa, después de cada vestido vino otro y otro y cuando tenia 5, mi marido me dijo, esto tiene que salir al mundo, no tenemos mas espacio en el closet. Organizamos una sesión de fotos con amigos y con ese material armamos una web. Un mes mas tarde vendí mi el primer vestido de novia, fue increíble, así empezó a ser un negocio.
¿Cómo sientes que ha evolucionado tu público objetivo? Para mi tejer es una forma de expresión que viene del corazón, me gusta el desafío de diseños complejos a nivel técnico que ademas sean bonitos y resalten la silueta femenina, es un privilegio que haya un publico para eso. Mi primera colección fue exclusivamente dedicada a las novias, porque en ese momento tenia la convicción que era lo mas complejo a lo que podía aspirar como diseñadora. Hoy hago otro tipo de prendas incluyendo vestidos cortos y bikinis. Mis piezas son únicas y hechas exclusivamente a mano, en cada diseño hay meses de trabajo. Que exista un movimiento llamado “Slow Fashion” y un publico creciente que valore el trabajo manual, meticuloso y las técnicas antiguas, es una revolución de la que me encanta ser parte.
Estuviste de visita en Chile. Cuál fue tu impresión de la industria del diseño local? Fue lindo ver que hay tanta gente innovando y atreviéndose a nivel creativo, me impresionó mucho el talento y la originalidad. Pero me parte el corazón ver lo difícil que es competir con un retail cada vez mas agresivo. Es la misma historia en todo el mundo. A nivel ético-ambiental, creo que Chile se queda atrás en algunos aspectos. Aun se habla poco del impacto de la industria de la moda, de la importancia de usar materiales naturales y de la apropiación cultural entre otras cosas. Como sociedad, aun le damos mas importancia al precio que al costo y eso tiene que cambiar. Espero que solo sea cosa de tiempo y confío que el cambio esta a la vuelta de la esquina.