Sí, estamos en proceso de cambio y empieza a resultar válido cuánto cambio positivo se pueda crear alrededor de la industria de la moda. No podemos negar que para los que gustamos de la sostenibilidad, cada avance, cada nuevo proyecto y cada nueva forma de crear vestuario sin generar impacto negativo en el medio ambiente, nos hace ver que efectivamente hay luz en el camino.
La revolución climática reta a los diseñadores a desarrollar aún más su creatividad, a probar la creación de otros materiales que les permita estar activos en una industria que se empieza a regir no por la tendencia, sino por el sentido de responsabilidad que tengas tanto social como medio ambiental. Un buen ejemplo es lo que está sucediendo con la industria del cuero. Todos sabemos cómo se obtiene el cuero animal, su contaminación, su alto consumo de agua, el duro trabajo que tienen que desarrollar las personas que están en las curtiembres y ni hablar del sufrimiento que genera a todos los animales sacrificados.
Lo que no sabemos de esta industria, o bueno, por lo menos, no lo sabíamos, era cómo generar cuero vegetal. Una idea muy ingeniosa que apuesta por la utilización de desechos de frutas. Sí, así es. Desechos de frutas convertidos en cuero vegetal para la creación de carteras, zapatos y tapicería.
Si bien es un tema que viene ganando espacio hace algún tiempo, podemos decir que uno de los nombres más recientes y que dio la vuelta al mundo el año pasado es FruitLeather, dos holandeses que apostaron por utilizar la pulpa de fruta desechada para transformarla en cuero. Un gran proceso con el que se genera un material de diferentes colores y texturas, dependiendo las frutas que sean utilizadas.
Carmen Hijosa ha pisado también fuertemente la industria de la moda ecológica. Apostando por la creación de cuero vegetal a través de los residuos de fibras de las hojas de la piña. Se necesitan cerca de 16 piñas para producir un metro cuadrado de tela. La investigación y desarrollo se está llevando a cabo en España y Reino Unido y ya ha llamado la atención de marcas como Puma y Camper.
Pero el tema no es para aficionados, se requieren de largos estudios en laboratorio, pruebas del material y efectivamente un grupo de expertos que entiendan cómo desarrollar un material que sea libre de químicos para que no se dañe su intención real. Que es obvio, la de no generar impacto ambiental negativo por incluir fuertes químicos en sus proceso.
Aprender a comprar este tipo de objetos es el reto para los consumidores, ya que se debe tener claridad de varios puntos. Como por ejemplo, que cuero vegetal es muy diferente al que suelen llamar “Eco cuero”, ya que este último se obtiene de derivados del petróleo, el cual es un tipo de plástico. Por tanto lo convierte en un producto que no es biodegradable. Todo lo contrario, su producción atenta contra el medio ambiente.
Así que antes de decidir comprar productos de este tipo, hay que informarse. Reconocer cuáles son las marcas que los fabrican y comprar directamente a ellos. De esta manera no se corre riesgo de engaño y equivocaciones. No olvidar leer la etiqueta también es importante, ya que en ella se debe clarificar en dónde fue hecho el producto. Varias marcas están sumando también pequeños folletos donde cuentan quiénes son las personas que están detrás de la elaboración, sus condiciones, sus nombres. Información que hace aún más valioso el trabajo que se realiza.
Aplausos para todos los diseñadores, investigadores y marcas que cada día apuestan por una industria mucho más exigente en la que prima la calidad de los productos, la claridad y la honestidad con los consumidores.
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