Condiciones laborales dignas, es lo mínimo que se puede exigir en el momento de decir sí a un trabajo. Esto debería ser una ley para todos, pero desafortunadamente no lo es. Así como hay muchos que tienen la oportunidad de exigir lo que merecen, existen otros muchos que no pueden, si quiera, refutar las migajas que les ofrecen.
En otros posts ya hemos mencionado la terrible situación laboral que por años han tenido que enfrentar las mujeres en la India, sufriendo por décadas la esclavitud gestada por parte de la industria de prendas de vestir y ahora traspasando este fenómeno a la industria del calzado. Pareciese que accidentes como el del Rana Plaza, que en el 2013 cobró la vida de más de mil personas entre mujeres, niños y hombres que cosían ropa para reconocidas marcas, simplemente han quedado en el olvido. Es muy triste ver como continuamente se está incrementando una nueva modalidad de trabajo para estas mujeres, que ya no las obliga a trabajar de manera presencial en las fábricas sino que lo hacen desde su casa. Son muchas las mujeres que deben coser zapatos a mano durante todo el día, recibiendo tan solo 14 centavos de dólar por par de zapatos que entreguen. Un esfuerzo inhumano, ya que si cosen 16 pares por día, obtendrán un pago que con suerte les alcanzará para comprar un kilo de arroz.
La mayoría de zapatos que se cosen en la India abastecen el mercado del Reino Unido y no es secreto que los que se cosen en China, abastecen el mercado de Chile.
MANO DE OBRA INVISIBLE
Se pueden imaginar lo agotador de esta labor? Mujeres sentadas en el piso, porque son de bajos recursos y no cuentan con un taller en su casa, cosiendo a mano zapatos hechos en cuero, y que deben hacerlo con la perfección de una máquina. No cuentan con contrato laboral y pueden tener trabajo hoy y mañana simplemente ya no tenerlo. No tienen ninguna posibilidad de negociación, si exigen, les quitan el trabajo y se lo dan a la mujer que simplemente acepte lo que los intermediarios de las marcas ofrecen.
EL DOLOR
Cualquier actividad que realice una persona en condiciones que no son óptimas, puede generar repercusiones graves en el cuerpo. Este trabajo por ejemplo deja a estas mujeres con problemas de salud y quejas tales como entumecimiento de las manos, tensión en los ojos, problemas de espalda, y erupciones en la piel por los productos químicos utilizados para teñir el cuero. Estas mujeres no cuentan con ningún tipo de seguro de salud o médico al que puedan acudir cuando se enferman y no son reconocidas como parte del equipo que trabaja para la marca.
LA REALIDAD
Nos guste o no, critiquemos o no, la realidad que viven estas mujeres en la India, las lleva a realizar este tipo de trabajo ya que no tienen ninguna otra posibilidad de sustento. Y no se trata tan solo de que debe coser zapatos, aparte deben cumplir con sus labores como madre, esposa y ama de casa. Lo realmente triste es que esta es una realidad que se vive no solamente en este país, es un fenómeno que hace presencia en muchos lugares del mundo. Portugal, Bulgaria, el norte de África son los más comunes y puede que esté pasando también aquí, muy cerca de nosotros y simplemente no nos hemos dado cuenta.
EL CONSUMO
La industria de cazado ha estado caminando desde siempre al hombro de la industria de la moda. Ha derrochado también infinidad de recursos naturales, ha esclavizado personas y sus procesos han sido altamente contaminante, sobre todo por el proceso de curtir el cuero. Es un negocio global que en el último año ha producido más de 24 millones de pares de zapatos y que fácilmente por año cada persona está comprando entre 3 y 4 pares ¿CUÁNTOS PARES COMPRAS TÚ?
LA SOLUCIÓN?
A vuelo de pájaro se pensaría que la solución es que las marcas debiesen dejar de contratar personas que trabajen a domicilio. Pero la realidad es otra, ya que si estas personas no trabajan en esas condiciones no van a tener ningún tipo de sustento. Son personas que están abandonas y que viven en absoluta pobreza ¿Qué pasaría con ellas y con sus familias si rechazaran esta única posibilidad?
Si bien las marcas deberían tomar este tema como propio, saber a cabalidad quién es la persona que está como intermediario y contrata a estas mujeres, deben también transparentar toda su cadena de producción y reconocer a los trabajadores que se desempeñan en sus casas como parte del equipo que hace posible que su producto exista.
Claramente es un tema que no pasa solo por las marcas que las contratan, sino también por un estado que está ciego y que no les brinda ningún tipo de protección o apoyo.
Portada: QZ.com
Fotografía y fuente: Ecouterre