Cuestionar nuestro hábitos de consumo, debe ser parte fundamental en nuestro día a día. Los años pasan, la vida se agota y los recursos naturales ya no son suficientes para tantas personas que están sobre poblando el mundo. Hemos crecido educados por un sistema ineficiente, corrupto y desconectado de la naturaleza. Por tanto es necesario empezar de nuevo. Se hace difícil desaprender lo infundido por años, pero es primordial en un mundo que está en crisis debido a que se pensó un desarrollo económico estructural, basado en las grandes y rápidas producciones, el gran consumo y la inconsciencia que infundía una falsa felicidad. Se creó una tragedia. Nunca se pensó que en todo este proceso de desarrollo, se estaban sacrificando personas y recursos naturales finitos.
Necesitamos volver a aprender. Aprender que el desarrollo económico depende de la naturaleza. Que no puede ser lo contrario, porque de ella dependemos todos y cada una de las cosas que queramos hacer. Que las cosas que consideramos insignificantes, son las que realmente importan. Necesitamos entender que no podemos seguir apoyando industrias que destruyen. Necesitamos aprender a comprar.
En el caso especifico de la moda, es necesario entender que parte del cambio pasa por nosotros los consumidores. Las grandes marcas esclavizan mujeres, hombre y niños, sus altas producciones contaminan tierras, aguas, matan personas y destruyen los mercados locales. Ellos generan una oferta, pero está en nosotros no generar la demanda. Si seguimos consumiendo sus productos, seremos también responsables del desastre. Está en nuestras manos desaprender y aprender de nuevo, que somos parte de todo, que somos energía y amor, más que ropa nueva, casas, autos y cachivaches. Volvamos a aprender.
Pensar en el futuro, intentar imaginarnos cómo estaremos en unos próximos años, da miedo. Sin embargo es necesario hacerlo. Compartimos hoy, ese mismo pensamiento con Francisca Poch, estudiante de diseño de la Universidad Católica, quien ha puesto sus ojos mucho más adelante y ha podido de una manera muy sensible imaginarse cómo estaremos viviendo en ese año 2.500. El mismo nombre que recibe su proyecto.
En sus palabras: Año 2500, tuvo como fin materializar y visualizar el problema que se nos viene y que nos concierne a todos – Industria, diseñadores y consumidores. Para generar un llamado de atención y discusión en torno al tema, y lograr crear conocimiento y conciencia en la sociedad respecto al consumismo de moda.
Su proyecto fue representado con el desarrollo de vestuario que ha sido hecho con pelo de diferentes personas, con un aproximado de 20 personas que quisieron donar su cabello para el proyecto. Su manipulación es simple, ya que está tejido sobre una red. Este recurso fue utilizado con la visión de que en el año 2500 ya no existirán tierras fértiles, y no tendremos animales. Es decir lo único que quedará serán humanos. Humanos que deben recurrir a su pelo para poder cubrir su cuerpo. Una buena mirada, ya que el pelo en pocas ocasiones se ha tomado como una fibra textil.
Imágenes que nos hacen sentir desolación, vacío y que nos hacen cuestionarnos muchas cosas respecto a nuestra vida actual. Si bien el ser humano cumple con muchos roles, es necesario analizar si nuestro rol de consumidor de prendas de vestir, es positivo ¿Somos conscientes de lo que compramos? ¿Realmente lo necesitamos? ¿Es de buena calidad? ¿Sabemos quién y en qué condiciones lo hizo? ¿Cuántas prendas compras al año? ¿Cuántas desechas?
Los invitamos entonces a que visiten el proyecto, a que rompan la burbuja y se dejen caer suavemente en la realidad.
Visita: www.dosmilquinientos.com