El movimiento slow, surge como contra postura al acelere continuo que sufren las grandes ciudades, buscando promover la conciencia en cómo los seres humanos invierten el tiempo, apuntando a que haya un equilibrio entre las actividades de la vida personal y la vida laboral.
El movimiento «lento» no cubre solamente la moda. El término aparece en varias áreas, tales como «slow food», «ciudad lenta», «diseño lento», «vida lenta», etc, convirtiéndose en un concepto transversal donde la idea principal es defender un cambio cultural hacia la desaceleración del ritmo de vida.
La protesta del italiano Carlo Petrini en 1986 en contra de la apertura de un McDonald’s en la Plaza de España de Roma, impulsó a la creación de la primera organización de Slow Food.
En el año 1999, el noruego Geir Berthelsen fundó el The World Institute of Slowness, la defensa del «planeta lento.» Cinco años más tarde, el escocés Carl Honoré lanzó el libro «Elogio de la lentitud», en la que exploró por primera vez la expresión como una filosofía que se puede aplicar en todos los campos de la actividad humana y por lo tanto acuñó la expresión «movimiento lento”.
En el año 2007 el termino Slow Fashion fue acuñado por Kate Fletcher, profesora de sostenibilidad en el Centro de Moda Sostenible del London College of Fashion. Buscando unificar lo que se venía denominando como moda sostenible, eco, verde, y moda ética. El Slow Fashion busca desacelerar la cadena de producción, conectar a los diseñadores con el consumidor, el medio ambiente y el mercado local. Aboga por los procesos lentos para la generación de productos de calidad “Calidad Vs Cantidad” abriendo con esto paso a las producciones pequeñas y a una moda atemporal.
El el slow fashion busca también influenciar el uso de piezas de segunda mano o ropa vintage, donar ropa que ya no se usa, preferir prendas hechas con telas sostenibles (orgánicos o reciclados) y aboga por el consumo responsable, el comercio justo, la mano de obra no esclava, recuperación de técnicas ancestrales y la conservación de los recursos naturales.
Cuantas prendas compras al año? Cada cuanto las desechas? Es una pregunta que es conveniente hacernos, ya que detrás de toda esta prisa por tener la última tendencia, hay una cifra importante de temas para analizar. Para no ir tan lejos, empecemos por cuestionarnos si vale la pena seguir envueltos en ese remolino de consumo, donde la calidad y el trasfondo de las altas producciónes de ropa, solo dejan una serie de temas negativos, como lo es la cantidad de residuos, la explotación laboral, la aceleración de producción de fibras contaminadas, que terminan por contaminar nuestro cuerpo y hasta el acoso sexual y laboral por el que pasan las mujeres que trabajan en las fabrica de costura de la India y otros países.
Un ejemplo un poco antiguo, pero que vale claramente la pena mencionarlo, es que por el año 2005, en el Reino Unido incrementó el consumo de tejanos (jeans) en cifras alarmantes que mostraban que cada segundo se vendían tres pantalones. Mathilda Lee en su libro Eco Chic, explicaba que las grandes marcas que mueven la industria masiva de la moda, pueden no cambiar de colección dos veces al años, sino que lo hacen hasta 14 o 15 veces, barriendo y dejando por el suelo el concepto ético de producción, calidad y de diseño que se debe tener al generar una colección de vestuario.
Los principios del slow fashion se basan en la valoración de la mano artesanal regional, local y en el trabajo cercano que se empieza a desarrollar con las personas que colaboran en las colecciones con los diseñadores. Se debe crear una línea de trabajo basado en el respeto, la colaboración, la ética y la no masificación de prendas, permitiendo con ello que cada creación tenga el tiempo requerido en todo su proceso hasta convertirse en un producto adecuado para una persona adecuada.
Una prenda slow tienen como objetivo ir “de cuna a cuna” es decir que al terminar su vida útil, la fibra este en capacidad para ser reutilizada y con ello no generar desechos.
Slow fashion es raíces, es conservación, es intercambio de prendas, es reutilización, es calidad, es consciencia, es respeto al cuerpo y al mercado, es ética, es sostenibilidad, es todo aquello que se quiere volver a tener.